lunes, 14 de mayo de 2012

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EL ASESOR

L’Informatiu, 14 de mayo de 2012. Gustavo Duch
Como asesor de un alto cargo de la administración  catalana la propuesta que tenía en la mesa era ciertamente atractiva. Una importante empresa invitaba a su superior a estrenar la temporada del Tuna Tour, «un viaje por el paisaje litoral de la Costa Daurada, de una belleza única, hasta las piscinas de atún rojo, situadas a 2,5 millas náuticas de la costa»
¿Le aconsejaba que se embarcara en el catamarán de la empresa Balfegó? –cavilaba-. Por un lado, un paseo por alta mar con gorra y náuticas puede ser una portada brillante: ‘un hombre de estado oteando el horizonte’. Y al llegar a las redes donde enjaulan y engordan a los atunes rojos, el chapuzón con estos portentosos animales que propone el circuito, sería visto como símbolo de arrojo, nunca mejor dicho.
Ahora bien, si hablamos de atunes enjaulados, ¿no habrá gato encerrado? La información que le facilitó Ecologistas en Acción no dejaba lugar a dudas. Estamos frente a una promoción turística de una actividad económica que no debería llevarse a cabo. No es aceptable la captura de individuos –salvajes y jóvenes- de una especie como el atún rojo en peligro de extinción para posteriormente engordarlos y servirlos a los hambrientos mercados internacionales. Con menos individuos libremente aleteando, claramente se incrementan los peligros de supervivencia de la especie.  Además, para que los ejemplares capturados engorden 1 kg se les ofrecen 20kg de otras especies poniendo entonces en peligro futuros recursos alimenticios y todo el ecosistema marino así como otro tipo de actividades pesqueras.
Tomó uno de esos papelitos de notas amarillas que se enganchan, lo pego sobre la carta de propuesta y anotó, «no, ni elefantes al servicio de la Corona, ni atunes al servicio de los Mercados»
Gustavo Duch. Coordinador de la revista SOBERANÍA ALIMENTARIA, BIODIVERSIDAD Y CULTURAS.

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